Burnout Laboral - Señales que te permitirán saber que algo no anda bien
- Mariela Paredes
- 25 may 2021
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 25 jul 2023
Si de pronto tu productividad baja, te sientes insatisfecho, nada te llena, nada te llama la atención, incluido aquellas tareas que antes te gustaban, todo te molesta, no logras concentrarte y te sientes agotado... puede que estés experimentando el Burnout Laboral. También conocido como el síndrome del quemado, síndrome de desgaste profesional, síndrome de sobrecarga emocional o síndrome de la fatiga en el trabajo.
Actualmente ha sido incorporado a la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud que entrará en vigencia en el 2022. Se describe como "un síndrome resultante de un estrés crónico en el trabajo que no fue gestionado con éxito”, al ser crónico se enfatiza que su aparición no es súbita, sino que tiene un comienzo lento que se prolonga y empeora con el tiempo. Por ende, las organizaciones van a tener que demostrar que han hecho al respecto.
¿Qué lo ocasiona?
Para analizar las causas voy a utilizar la metáfora de una obra literaria muy conocida como es "Romero y Julieta".
Se abren las audiciones y decides participar en las mismas. Como eres un excelente actor te otorgan el rol protagónico de Romeo. Estás muy entusiasmado. Cuando comienzas a trabajar te dan el guion, pero, no te dicen con claridad que se espera del personaje en escena. Si se trata de un género narrativo, lirico o dramático. Das lo mejor de ti en el escenario, pero tampoco te brindan feedback. Por política del teatro apenas actúas debes ir a camerino, por lo que no escuchas los aplausos para saber si fue del agrado de la gente. Tampoco tienes acceso a los comentarios de la crítica ya que se manejan a nivel exclusivo de los productores de la obra. Un artista sin feedback del director, del público y de la crítica, se desmotivará rápidamente y con el tiempo comenzará el desgaste emocional. Esto se conoce como Ambigüedad del rol.
Se sabe lo que hay que hacer, pero existe una gama de posibilidades de cómo hacerlo, siendo imperante una guía clara para no perder el foco.
Igual sucede en el trabajo, las personas ingresan entusiasmadas, con un grado de expectativas muy altas. Reciben la Descripción del Cargo, pero, no les brindan una inducción de cómo se hacen las cosas en la organización, tampoco les dan feedback hasta completar el año, cuando llega el famoso sentón anual para la Evaluación del Desempeño que en muchas empresas ha quedado reducido a un simple formulario impersonal.
Ahora imaginemos que no solo te dieron el rol de Romeo, sino también el rol del padre de Romeo. Piensas que es una oportunidad de demostrar cuan multifacético eres, por lo que aceptas las propuestas. Pero, llega un momento donde Romeo y su padre tienen que compartir escenario. Lo cual es imposible. Igual sucede en el trabajo, de hecho, lo hemos visto durante la pandemia, especialmente con las mujeres que han tenido que hacer el rol de trabajadoras, amas de casa y profesoras, creando un conflicto del rol.
Un choque de roles que imposibilita cumplir todas las cosas a la vez y al no poder hacerlo, genera insatisfacción, desgaste físico y emocional.
El conflicto del rol, también se produce cuando se genera un conflicto de intereses y valores en el trabajo. Te piden hacer algo que no quieres hacer porque va en contra de tus principios, pero accedes por temor a quedarte sin empleo. La culpa te carcome y poco a poco se va dando el desgaste emocional.
Ahora pensemos que el guionista renuncia y como eres tan colaborador solías ayudarle y por ende conoces lo que él hacía. Así que, te suman esas tareas como parte de tu responsabilidad. En unos días también renuncia el músico, y como se han percatado que sabes tocar el piano, también te asignan esa responsabilidad. Tienes tantas cosas que hacer, que el tiempo te resulta insuficiente y terminas quemado. Igualmente ocurre en las organizaciones. Al que es bueno le asignan más cosas porque sabe cómo hacerlas, pero terminamos quemándole y al que es malo, lo poco que hace le quitamos, porque lo que hace, lo hace mediocremente. Vamos creciendo como organización y presionamos más a la gente sin analizar si los procesos deben ser cambiados, o sistematizados, se requiere más personal, entre otros. Todos estos aspectos crean una sobrecarga del rol.
Demanda de varias cosas por hacer al mismo instante, sin el tiempo suficiente para hacerlas, generando un trabajo mediocre que aumenta los reclamos y como consecuencia, genera insatisfacción y cansancio.
Adicionalmente, Hay que prestar especial atención a los procesos de selección, porque no todas las personas tienen la misma capacidad.
Si yo pongo a competir, un Honda Civic que tiene un tanque de gasolina con una capacidad aproximada de 50 litros de combustible, un Mazda 6 con un tanque con capacidad para 70 litros de combustible y un Suv Expedition con un tanque con capacidad de 120 litros de gasolina. El momento de la competencia se van a ir quedando en el camino de acuerdo a dicha capacidad.
Igualmente, en el trabajo. Hay personas a las cuales les resulta más fácil analizar problemas y tomar decisiones. A otras les resulta fácil hablar en pública y vender ideas. Existen personas que se sobreponen con facilidad a cargas emocionales altas y bajo presión les afloran las soluciones. No obstante, existen personas que no toleran el trabajo bajo presión, se frustran y se enferman. Si una persona no tiene las cualidades duras ni suaves para desempeñar un rol determinado, terminará haciendo un esfuerzo extra, como el Honda Civic, que, si seguimos presionando el embrague sin tener combustible, terminaremos fundiendo el motor.
Una persona que no está en el puesto adecuado, deberá inyectar un esfuerzo extra para sacar el trabajo. Sin embargo, pese al esfuerzo, nunca logrará sobresalir. A la larga, aumentará su frustración y malestar con el rol. En otras palabras, queremos subir montañas con un dos por dos en lugar de un cuatro por cuatro.
El descanso también es clave para evitar el Burnout
Después de la carrera, los autos tienen que entrar a mantenimiento. Hay que chequear la gasolina, aceite, agua, las condiciones del motor, de las llantas, entre otros. Igualmente ocurre con las personas. Después de una jornada de trabajo tienen que descansar y las organizaciones deben aprender a respetar esos horarios de descanso. Hay que ser muy cuidadosos especialmente con los trabajos rotativos, jornadas nocturnas y las famosas horas extras. Este último aspecto, se ha visto afectado por el teletrabajo, donde los jefes consideran que, por estar en casa, los colaboradores están disponibles 24/7.
Finalmente, no podemos dejar de considerar La cultura organizacional y el clima laboral.
Si tenemos una planta y la ponemos en el sol, la planta va a crecer, tendrá un color muy bonito y nos dará muchas flores. Si la misma planta la ponemos en el sótano, lo más seguro es que se muera. Hay organizaciones que son tóxicas, con un estilo de liderazgo autoritario y controlador, las interrelaciones con el equipo están marcadas con cero cortesía y cero empatía, predomina la burocracia sobre el agilismo, existe insuficiente instrumental para hacer el trabajo, nula recompensa, falta de participación, pocas o ninguna posibilidad de crecimiento, mobbing laboral, entre otros. Factores que en suma terminan quemando al trabajador.
¿Cómo identificar el Burnout? ¿Cuáles son sus síntomas en las diferentes etapas?
1. Desgaste físico y mental
Después de una jornada de trabajo necesitamos descansar para recuperarnos. Cuando tenemos dificultad para conciliar el sueño, estamos restando el tiempo de recuperación y consecuentemente, retornaremos al trabajo cansados físicamente. Si no se toma ninguna medida, con el paso del tiempo afectaremos la calidad del sueño.
Cuando dormimos vamos cayendo en una serie de fases o etapas que nos permiten pasar de un modo ON-activo a un modo OFF-pasivo. Si sobre-estimulamos nuestro sistema nervioso, resulta muy difícil cambiar de estado y vamos a estar fluctuando intermitentemente de un estado pasivo a un activo, regresamos a un pasivo y un activo. El efecto reparador se va perdiendo. Retornamos al trabajo cansados, pero ya no solo físicamente, sino, mentalmente. Tendremos dificultad para concentrarnos, prestar atención, recordar y memorizar. Si tampoco se ha tomado ninguna medida y esto persiste, definitivamente dañaremos la calidad del sueño. Nos vamos a quedar en estado ON-activo, pese a estar dormidos. Al despertar sentiremos nuestro cerebro pesado, escucharemos las voces del resto de personas a lo lejos sin poder establecer contacto, como si fuésemos rehenes de nuestra mente, mareados e irritables. En esta etapa podemos perder el conocimiento y despertar en una sala fría de un hospital. Lamentablemente el dormir ya no será suficiente porque estamos quemados.
2. Pérdida de interés por el trabajo con signos de cinismo y despersonalización
Este signo es muy común en personal docente, personal médico, atención al cliente y servicio social.
Por ejemplo, una enfermera que trabaja en el área oncológica de un hospital, está expuesta a una carga emocional muy grande. Todos los días ve cuadros desgarradores cuando el médico le informa al paciente que tiene cáncer y le da el pronóstico de vida. Todos los días ve morir a las personas con las que ha desarrollado lazos durante el proceso de tratamiento. Una descarga emocional que le afecta, por lo que comienza a rechazarla asumiendo un mecanismo de defensa que se llama despersonalización. Se olvida de la persona, cualquiera que sea su nombre, Pepe, Juan, María, etc. reemplazándoles por números de habitaciones. La cinco, la diez, la quince. De esta manera, evita sufrir. Ingresará a suministrar medicamentos, sin hacer contacto visual, sin interactuar, conversar, ni preguntar cómo se siente, peor aún condolerse del sufrir de esta persona, porque le ha eliminado del mapa. Por eso ante los ojos de terceros se convierte en una persona cínica y es común pensar ¿Por qué se haría enfermera si no tiene vocación de servicio? Con el paso del tiempo, el colaborador es irreconocible, lo hemos suplantado con un ogro, irritable y agresivo. Una persona endurecida afectivamente, porque está quemada.
3. La pérdida de la eficacia. Con todo lo ocurrido es normal que baje el desempeño y la productividad, aumentando los reclamos de los clientes y el ausentismo laboral. La persona va a deambular como un zombi, sin que nada lo llene, nada le motive. Vive reclamando y no es feliz. En etapas avanzadas puede terminar con una depresión profunda ligada incluso a ideas suicidas.
Principales acciones que deben iniciar las organizaciones.
Medición y monitoreo de todos los factores analizados. Establecer planes de acción ante las novedades encontradas y revisar la efectividad de las medidas tomadas. Ojo, no se trata de buscar culpables, porque esa actitud no ayuda, solo empeora el problema.
Educar y formar a la gente a través de charlas con especialistas, para que aprendan a identificar los síntomas desde etapas tempranas, antes que estos progresen y lleguen a un estado difícil de manejar.
Incentivar una comunicación transparente, para que los colaboradores aprendan a decir cómo se sienten a sus jefes inmediatos, sin temor a represalias.
Por último, hacer un monitoreo de la cultura y clima organizacional, no con fines comerciales.
Decimos que los colaboradores son uno de los activos más importantes de la empresa. Recuerde cuidarlos. La vida de los seres humanos está en sus manos.
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Dra. Psicología Industria, Master en Administración de empresas, Especialista en Human Factors y Manejo de Crisis.
25 años de experiencia en el campo de los Recursos Humanos. Sobre las 10.000 horas de capacitación en las cuales he formado a más de 20.000 personas.
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